"Todo conocimiento tiene su origen en las percepciones" Leonardo  Da  Vinci


¿Cómo conozco la realidad que me rodea? ¿Qué percibo? ¿Cómo percibo? ¿Son fiables mis percepciones?
Siempre he creído que captaba la realidad tal cual era y que mi conocimiento del mundo era verdadero, real.

No sé por qué tenía esa creencia, sencillamente la tenía. Sin embargo, la neurociencia afirma que "el cerebro construye la realidad", según esta afirmación el mundo que percibimos no se corresponde con el mundo real porque  nuestro cerebro con la información que recibe, la selecciona e interpreta construyendo nuestra realidad.

Es decir, ¿el mundo que vemos es el mundo que existe? Pues no, ya que nuestra percepción siempre es selectiva. Filtramos la información que nos llega del mundo exterior a través de los sentidos y lo hacemos en función de nuestros intereses, propósitos y deseos, creando  suposiciones sobre el mundo. El cerebro manipula la información sensorial y crea nuestra propia realidad individual y subjetiva.



 Por lo tanto, hay un mundo exterior, una realidad que se nos escapa, que no somos capaces de captar tal cual es porque cada uno de nosotros construimos nuestra propia realidad, dependiendo de cómo somos.

Voy a comentar una bonita historia, que cito a continuación, y que acabo de leer en el blog de Paulo Cohelo. Me ha encantado y me ha hecho reflexionar acerca de la percepción. 




HOW POOR WE ARE

One day a father of a very wealthy family took his son on a trip to the country with the firm purpose of showing his son how poor people live.
They spent a couple of days and nights on the farm of what would be considered a very poor family.
On their return from the trip, the father asked his son, “How was the trip?”
“It was great, Dad”.
“Did you see how poor people live?” the father asked.
“Oh yes”, said the son.
“So, tell me, what did you learn from the trip?” asked the father.
The son answered:
“I saw that we have one dog and they had four.
“We have a pool that reaches to the middle of the garden and they have a creek that has no end.
“We have imported lanterns in our garden and they have the stars at night.
“Our patio reaches to the front yard and they have the whole horizon.
“We have a small piece of land to live on and they have fields that go beyond our sight.
“We buy our food, but they grow theirs.
“We have walls around our property to protect us, they have friends to protect them.”
The boy’s father was speechless. Then his son added:
“Thanks, Dad for showing me how poor we are.”

story sent by Sangeeta




El padre rico quiere mostrar a su hijo otra realidad: cómo vive la gente pobre y para ello elige una familia de granjeros, a los que considera muy pobres, pasando con ellos un par de  días. Pero ¿qué percibe el niño rico? ¿pobreza? No, para sorpresa del padre, lo que percibe su hijo es una realidad que "le gusta" más que la suya y llega a la conclusión de que ellos son más pobres que la familia con la que ha convivido.


Pero, ¿tiene razón el niño o es solo una percepción subjetiva? ¿qué piensan los granjeros acerca de su propia realidad? ¿y si los llevaran a  convivir con una familia rica por un tiempo? ¿cuál sería su percepción? ¿coincidiría con la del niño rico? Probablemente  no porque, sin duda, se darían más cuenta aún de la dureza de su vida, de la falta de comodidades, de oportunidades...



Entender que nuestra interpretación del mundo es subjetiva nos hace comprender que no estamos en posesión de la verdad y a tener que reconsiderar  constantemente nuestras ideas y creencias acerca del mundo que nos rodea.

Por otro lado, también nos ayuda a valorar el punto de vista de los demás. Hay muchas percepciones de la realidad, existen muchas subjetividades, muchas maneras de interpretar el mundo. Mi manera de ver la vida no es única, ni infalible, por ello, para entender a los demás,  sus puntos de vista, su interpretación de la realidad ... debo de hacer el esfuerzo de ponerme en su piel,  y para ello necesito "echar mano" de lo que se denomina empatía.

La empatía nos ayuda a ponernos en el lugar de los otros, a comprenderles mejor viendo su realidad desde su perspectiva o por lo menos intentando percibir lo que ellos perciben. No es fácil y quizás haya ocasiones en que no lo consigamos, porque captar exactamente lo que el otro ve o interpreta puede resultar muy  complicado. Pero, sin duda, si hacemos el esfuerzo de asimilar otras realidades, habrá algo que siempre conseguiremos: enriquecer nuestra visión del mundo, aprendiendo de los demás, de las múltiples interpretaciones del mundo que nos rodea. 

Hay un programa de televisión  que ilustra un poco todo lo que acabo de decir. Se trata de un jefe que se infiltra entre sus empleados para comprender mejor qué es lo que está fallando en su organización. Desempeñando  los distintos puestos de trabajo que existen en su empresa, se da cuenta del esfuerzo que requiere realizarlos.  Hablando con sus empleados como si fuera uno de ellos, compartiendo sus puntos de vista acerca de  la empresa, entendiendo sus circunstancias, sus dificultades tanto familiares como económicas, sus frustraciones  etc... es capaz de percatarse de lo que falla en su empresa, pero también de la necesidad de ayudar a las personas que trabajan para él. Es un programa realmente interesante.

Finalmente, me gustaría mencionar que el problema del conocimiento siempre ha preocupado a los filósofos, que en sus intentos por entender "cómo conocemos la realidad" nos han proporcionado numerosas  e interesantes teorías gnoseológicas. Os animo a que investiguéis por vuestra cuenta, quizás así descubriréis que la filosofía no está tan apolillada como parece.

Concepto:La gnoseología (del griego γνωσις, gnosis, "conocimiento" o "facultad de conocer", y λόγος, logos, "razonamiento" o "discurso")





"Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me dí cuenta de que había dos maneras con las que podía responder a la situación: reaccionar con amargura o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa. Elegí esta última."

MARTIN LUTHER KING

   


     En Navidad siempre reflexiono acerca de la felicidad, no puedo evitarlo. La ciudad se viste de hermosas luces, los centros comerciales se llenan de personas deseosas de consumir y de gastar porque es el momento de  hacer regalos, de derrochar, de ser generosos.

     Las casas se adornan con árboles, belenes, y toda clase de artilugios relativos a  la Navidad. Las familias se reúnen, en ocasiones dejando de lado sus diferencias, para compartir copiosas cenas y comidas  creando en los hogares un ambiente festivo, relajado y feliz.

     En esta época estamos obligados a ser felices, ya que todo nuestro entorno se transforma creando la ilusión de que podemos alcanzar la felicidad, al menos por unos días,  rodeándonos de un ambiente navideño que nos invita a ser mejores personas. El espíritu navideño se expande y nos invade creando la sensación de que un mundo mejor, más generoso y altruista es posible.

     Es un tiempo que percibimos como maravilloso, en el que todo te induce a ser feliz. Sin embargo, yo siempre la he percibido como algo odioso porque me veo forzada a entrar en una dinámica de "falsa felicidad". No es que no me guste el espíritu navideño, lo que no me gusta es que se me imponga. De repente todo el mundo se siente generoso, ilusionado, feliz. Vale muy bien, pero, ¿y el resto del año?, ¿qué hacemos con nuestras vidas cuando todo este espejismo se desvanece? Volver a una realidad rutinaria y sin color es duro, triste y, sobre todo, deprimente.

     Pero no quiero hablar de depresión, sino de esa necesidad constante de  búsqueda de la felicidad que sentimos como seres humanos.¿Qué es la felicidad? ¿qué necesitamos para ser felices? ¿nada? ¿algo? ¿todo?

     Dar una definición general de felicidad me resulta complicado. Probablemente, cada uno de nosotros tengamos nuestra propia definición de felicidad y ésta variará en función del tipo de persona que seamos. Por ello, considero que es importante preguntarnos a nosotros mismos qué nos hace felices. La máxima de  Sócrates "Conócete a ti mismo" sigue siendo fundamental y está vigente en nuestros días. El autoconocimiento nos puede ayudar a encontrar la ansiada felicidad: ¿Qué quiero en la vida?, ¿qué necesito para ser feliz?, ¿salud, dinero, amor, trabajo, familia, relaciones, éxito profesional ...?

¿QUÉ?
¿QUÉ?
¿QUÉ?

     Hay muchos libros que versan sobre la felicidad y que, sin duda, nos pueden ayudar a encontrar la respuesta. Entre ellos hay dos que a mí me gustan especialmente: El laberinto de la felicidad de Álex Rovira y Francesc Miralles y En defensa de la felicidad de Matthieu Ricard, por cierto este último considerado  como el hombre más feliz de la Tierra.




     Yo sigo buscando la respuesta y espero algún día encontrarla. Quién sabe, quizás mi felicidad se reduzca a encontrar una respuesta: saber qué me hace feliz. No parece tan difícil ¿o si?



El tema de la comunicación siempre me ha interesado. Somos seres sociales, necesitamos relacionarnos y para que haya una buena relación debe de haber una buena comunicación.
Tenemos que tener en cuenta que siempre comunicamos, ya que nuestro lenguaje corporal o no verbal nos delata y por lo tanto es imposible no comunicar.

Por otro lado, al estudiar las demencias y en concreto la enfermedad de Alzheimer, me he dado cuenta de lo extremadamente difícil que resulta comunicarse con este tipo de enfermos, es por ello que he decidido escribir acerca de la comunicación y aclarar un poco mis ideas al respecto.

         Es curioso como la vida te enfrenta a temas de los que no quieres ni oír hablar, por ejemplo la vejez y la muerte.Cuando uno es joven, tener que reflexionar sobre el envejecimiento o la muerte da mucha pereza, es un auténtico coñazo ¿quién quiere adentrarse en semejantes pensamientos cuando se está rezumando vitalidad por los cuatro costados?

       En general, en la juventud, la vida es maravillosa, todo es sorprendente, desafiante y un abanico de posibilidades se abre ante ti. No tienes miedo a la vida, a lo que te espera porque apenas has iniciado el camino y una mens sana in corpore sano te permiten enfrentarte a los desafíos de la vida sin ningún tipo de temor. 

          Cuando era joven y cursaba bachillerato tenía que hacer traducciones del latín al español, a golpe de diccionario por supuesto. Resultaba bastante difícil encajar las palabras con sus significados para que estas cobraran algún sentido. pero cuando lo conseguía me proporcionaba una gran satisfacción. Recuerdo perfectamente el libro de Cicerón De Senectute, me gustaba porque era finito, pero aquella manera tan grandilocuente de Catón reflexionando sobre el envejecimiento y su propia vejez me resultaba bastante pedante, la verdad. Sin duda, Catón había sido un hombre afortunado, con una posición social envidiable y una vida profesional satisfactoria. Llegado el momento del retiro, aceptaba su vejez de una manera natural, intentando ver en ella todos los aspectos positivos y refutando una por una las cuatro causas que, según él,  agravan sobremanera la vejez, a saber:


  1. Aparta de la gestión de todos los negocios.
  2. La salud se debilita.
  3. Te priva de casi todos los placeres.
  4. La muerte ya no está lejos.

           Por supuesto, Cicerón vivía en un contexto histórico-cultural muy diferente del nuestro, sin embargo,. las palabras sobre la vejez, que nos transmite a través del personaje de Catón, son bastante acertadas. Por ello os invito a que leáis el libro. Es curioso como aconseja llevar una vida sana, con una nutrición adecuada y realizar actividades de ocio acorde con los gustos personales.

          Actualmente, en países como España, la longevidad de la población es cada vez mayor. Múltiples factores influyen para que esto sea así :alimentación, sanidad, nivel de vida más elevado, actividades, etc. y esto es, sin duda, una bendición, ¿o no?. Por ello, es inexcusable tener que reflexionar sobre este tema. Nuestra sociedad debe abordar un nuevo desafío "el arte de aprender a envejecer".




Hace unos días decidí releer el libro de Albert Camus El Extranjero, apenas había comenzado a leerlo cuando  encontré un antiguo artículo que había guardado entre sus páginas. ¿Casualidad o causalidad? como dice J.J Benítez, no lo sé, lo cierto es que sonreí y recordé que cuando era joven disfrutaba guardando cualquier cosa que encontrase interesante entre las páginas de los libros: pétalos de rosas, fotos, artículos... que yo consideraba pequeños tesoros.

Releí el amarillento artículo con atención, ¿por qué lo había guardado? ¿qué había llamado poderosamente mi atención? y comprendí. Habla de derrotas, de cómo con la madurez nos vamos adaptando a la realidad con una "resignada sensatez" y de cómo vamos renunciando poco a poco a nuestros ideales de juventud.

La vida está jalonada de pequeñas y a veces no tan pequeñas derrotas, fracasos, frustraciones, renuncias, en definitiva, "sinsabores" como decía mi madre con los que hay que aprender a lidiar. No es fácil sobrellevarlas, porque cada batalla perdida se lleva consigo una parte de tu alma, de tu ilusión, de tu esperanza por la vida y es entonces, cuando aparece la temible enfermedad de la tristeza o depresión, que, en realidad, es la enfermedad del abandono, de los pensamientos atormentadores, de la soledad, del aislamiento y por qué no, de la derrota ante una vida que nos supera y nos niega lo que más deseamos: Ser Felices.

Cuando nos sentimos derrotados, en realidad, nos sentimos atrapados en una negrura inmensa, no somos capaces de ver la luz, ni de avanzar, es como ser engullido por arenas movedizas, cuanta mayor es nuestra desesperación más nos hundimos.

He reflexionado sobre mis derrotas: qué he aprendido con ellas, qué me han aportado y a qué he renunciado y he observado que la depresión siempre me ronda como un amante que no quiere abandonarme, pero no me dejo atrapar, no quiero, no puedo, no debo, amo demasiado mi libertad, mi capacidad de elegir, Mi Felicidad.






He llegado a la conclusión de que la vida es aprendizaje. Que no importa cuántas veces te hayas sentido derrotado. Lo importante es no darse por vencido. Hay una frase que a mi me gusta especialmente y que me repito como un mantra:
"Derrota tras derrota hasta alcanzar la victoria"
Bueno pues esa es la actitud con la que elijo enfrentarme a las batallas que inevitablemente me presenta la vida. Asumo mis derrotas, aprendo de ellas y sigo adelante.

Al hilo de todo esto, he recordado unas sabias palabras de Paulo Coelho, de su libro Manual del Guerrero de la luz, que transcribo a continuación:


El guerrero de la luz sabe perder.
Él no trata a la derrota como algo indiferente, usando frases tales como "Bien, esto no era tan importante" o "A decir verdad, yo no quería realmente esto". Acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria.
Amarga el dolor de las heridas, la indiferencia de los amigos, la soledad de la pérdida. En estos momentos se dice a sí mismo: "Luché por algo y no lo conseguí. Perdí mi primera batalla."
Esta frase le da nuevas fuerzas. Él sabe que nadie gana siempre, y sabe distinguir sus aciertos de sus errores.









Hace unos días me han hecho un regalo peculiar, sencillo y directo al corazón, En realidad, son meras palabras que me han llegado al "hondón del alma".


El texto dice así: "Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido; de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes. Contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios. Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolifícamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría; pero si pudiera volver atrás, trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, solo de momentos; no te pierdas el ahora. Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas. Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principio de primavera y seguiría así hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante. Pero ya ven tengo 85 años y sé que me estoy muriendo."

JORGE LUIS BORGES

Estas palabras me han provocado un gran desasosiego y deseo de cambio. Estoy en la mitad de mi recorrido vital (siendo optimista). La vida se pasa como en un soplo y la mayoría del tiempo lo malgastamos haciendo cosas que no nos producen felicidad, simplemente las hacemos por obligación o porque sí, sin plantearnos nada más.

Estas palabras me han hecho reflexionar y descubrir que quiero acabar mi viaje vital diciendo: "Tengo 85 años y sé que me estoy muriendo, pero estoy satisfecha y feliz por todo lo que he vivido, sin arrepentimientos."
La neurociencia hoy en día nos ayuda a comprender cómo funciona nuestro cerebro.
Espero que esta pequeña lección de Inteligencia Emocional os resulte interesante y
 os motive a buscar más información sobre el tema.